martes, 6 de abril de 2010

Edgar Morin en UNESCO, Los siete Saberes

¡Que tal estimados lectores!

Espero hayan pasado unas fabulosas vacaciones de Semana Santa, pero sobre todo que se encuentren ávidos de retomar sus labores, así que después de esta breve pausa en nuestra rutina diaria, regresemos a nuestras obligaciones y compromisos adquiridos.

Como recordaran, este espacio sirve para confrontar los temas referentes a la Prospectiva en Educación, así que para esta semana hemos de colocar un brevísimo resumen del prólogo que aparece en la publicación de la UNESCO “Los siete saberes necesarios para la Educación del Futuro” de Edgar Morin, que apareció el mes de Octubre de 1999 en París, Francia.

LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACION DEL FUTURO
“[…] La educación es ‘la fuerza del futuro’, porque […] constituye uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio. Uno de los desafíos […] será el de modificar nuestro pensamiento de manera que enfrente la complejidad creciente, la rapidez de los cambios y lo imprevisible que caracterizan a nuestro mundo. […]”

Federico Mayor, Director General, UNESCO

PRÓLOGO
Segú la UNESCO, este texto pretende única y esencialmente exponer problemas centrales o fundamentales que permanecen ignorados u olvidados y que son necesarios para enseñar en el próximo siglo.

Se dice que hay siete saberes «fundamentales» que la educación del futuro debería tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura según los usos y las reglas propias de cada sociedad y de cada cultura.

El saber científico sobre el cual se apoya este texto, destapa profundos misterios concernientes al Universo, a la Vida, al nacimiento del Ser Humano. Aquí se abre un indecidible en el cual intervienen las opciones filosóficas y las creencias religiosas a través de culturas y civilizaciones.

LOS SIETE SABERES NECESARIOS

El Documento se divide en siete capítulos, de los cuales presentamos un extracto breve de lo que tratan.
Capítulo I: Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión.

Es muy diciente el hecho de que la educación permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la ilusión y no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.

El conocimiento del conocimiento, debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión.

Se debe de introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto síquicas como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión.

Capítulo II: Los principios de un conocimiento pertinente.

Se necesita promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales.

Se debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos.

Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.

Capítulo III: Enseñar la condición humana.

El ser humano es físico, biológico, síquico, cultural, social, histórico. Es esta unidad compleja la que está completamente desintegrada en la educación. Hay que restaurarla de tal manera que tome conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás humanos.

La condición humana debería ser objeto esencial de cualquier educación.

Este capítulo indica cómo es posible reconocer la unidad y la complejidad humanas reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y la filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano.

Capítulo IV: Enseñar la identidad terrenal.

El destino planetario del género humano será otra realidad ignorada por la educación. El conocimiento de los desarrollos de la era planetaria y el reconocimiento de la identidad terrenal, deben convertirse en uno de los mayores objetos de la educación.

Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI y mostrar cómo se volvieron intersolidarias todas las partes del mundo sin por ello ocultar las opresiones y dominaciones que han asolado a la humanidad y que aún no han desaparecido.

Habrá que señalar la complejidad de la crisis planetaria que enmarca el siglo XX mostrando que todos los humanos viven en una misma comunidad de destino.

Capítulo V: Enfrentar las incertidumbres.

Las ciencias nos han revelado innumerables campos de incertidumbre. La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución biológica y en las ciencias históricas.

Se tendrían que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo. Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.

Según Eurípides «Lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta », es una muestra de la aventura humana y deben incitarnos a preparar nuestras mentes para esperar lo inesperado y poder afrontarlo. Es imperativo que todos aquellos que tienen la carga de la educación estén a la vanguardia con la incertidumbre de nuestros tiempos.

Capítulo VI: Enseñar la comprensión.

La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana y la educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. Así, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro.

La comprensión mutua entre humanos, es vital para que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión.

Así, surge la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos, no sólo en los síntomas, sino en las causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios, con el fin de constituirse en una de las bases más seguras para la educación por la paz.

Capítulo VII: La ética del género humano.

La educación debe conducir a una «antropo-ética», considerado el carácter ternario de la condición humana cual es el de ser a la vez individuo « sociedad « especie. Necesita un control mutuo de la sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad, es decir la democracia.

La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Debe formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una especie. Todo desarrollo humano debe comprender el desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y la conciencia de pertenecer a la especie humana.

Así, se esbozan dos finalidades ético-políticas del nuevo milenio: establecer una relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos por medio de la democracia y concebir la Humanidad como comunidad planetaria, por tanto, la educación debe no sólo contribuir a una toma de conciencia de la Tierra-Patria, sino también permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad de realizar la ciudadanía terrenal.

Estimados lectores como podran ver, Edgar Morín hace halago de sus conocimientos y de su forma de pensar en este documento, virtiendo así sus propuestas de una manera más completa.

Hasta la próxima.







Para saber más y profundizar sobre el tema, pueden descargar el archivo en formato pdf de la siguiente liga: http://www.unmsm.edu.pe/occaa/articulos/saberes7.pdf